Este verano he tenido la oportunidad de conocer un poco más la maravillosa Galicia. En esta ocasión, elegimos para nuestro viaje, la Costa de la Muerte en La Coruña. Durante once días nos alojamos en tres tipos de alojamiento: el primero de ellos lo catalogaría como ni bueno ni malo, es decir, que con el tiempo ni siquiera recordaré el nombre. El segundo sería malo, por no expresarlo de una manera más bestia, y éste es además el típico lugar que no solo no recomendarás a tu familia o amigos sino que harás todos los esfuerzos posibles para desaconsejarlo.
Por último, me refiero al alojamiento bueno. Bueno porque ha superado tus expectativas y porque sus trabajadores han conseguido que te sientas casi como en casa. Curiosamente, esta experiencia tan grata fue en el alojamiento más económico y con menos servicios de todos los que visitamos; sin restaurante ni cafetería por ejemplo. Ni siquiera una red WIFI deficiente enturbió una experiencia inolvidable. Y es que tipo de establecimientos no basa sus estrategias en los precios, en las instalaciones ni siquiera en las excesivas comodidades, lo hace en algo más simple: un trato cariñoso y muy cercano. Algo que se debería dar por hecho pero que lamentablemente es difícil de ver.
¿Por qué fue una experiencia inolvidable?
Un lugar increíble
La belleza del entorno condiciona tu experiencia. Un lugar alejado del ruido, y donde solo se escucha el cantar de los pájaros. Abrir las ventanas y ver el color verde por todas partes. El emplazamiento es sin duda un factor decisivo en la elección del hospedaje.
Las personas
Son lo más importante. Es la diferencia entre sentir que estás de paso a estar como en casa. Un personal amable, educado, cercano y que sabe al poco tiempo cuales son tus gustos. ¿Cuántas veces no nos han tratado bien? ¿Con cuántos maleducados te has encontrado? ¿Tan difícil es que te llamen por tu nombre? Las personas son el recurso más valioso del negocio.
Lo sencillo es lo mejor
Aunque a veces nos empeñemos en complicarnos la vida, necesitamos poco pero bueno para sentirnos muy felices: una casita típica de piedra pequeña y cálida, un jardín sencillo pero precioso para dar un paseo, un desayuno casero que quita el hipo, o un comedor pequeño donde cabe la gente justa para que puedas escucharte cuando hablas. ¿A qué te gusta?
El sabor de lo auténtico
Cuando viajas a un lugar, quieres vivirlo. Conocer sus costumbres y tradiciones, hablar con sus gentes, saborear su cocina y contemplar sus paisajes. Hay establecimientos donde se preocupan de que conozcas lo más verdadero; aquellas señas de identidad que hacen a un lugar único e irrepetible. En nuestro caso fue estar en un aldea, ni siquiera en un pueblo, rodeados de hórreos (construcción típica de la región), con personal oriundo y en definitiva en el corazón de la Galicia más auténtica.
Y para que nos os quedéis con la curiosidad, os desvelo con gusto el establecimiento que aquí describo: es la pensión rústica A Gloria (http://www.a-gloria.com/). Muchas gracias a Gloria, Carmen y Amelia.
¡Fue una estancia inolvidable!
¡Volveremos!